Hace ya unas semanas que llegué a Polonia, y ya he
comenzado mi voluntariado. Debo
confesaros que lo que en principio debió ser un viaje tranquilo desde Zaragoza
hasta Rzészow no lo fue tanto. La razón
no es otra que la agitación propia de los días anteriores a la partida y
ciertos hechos que acontecieron durante el viaje. No, el avión no hizo corto de combustible ni
nada de eso. Pero vayamos por partes.
En primer lugar, la preparación del viaje. Hay un vuelo directo desde España hasta
Rzészow, la ciudad en la que me encuentro, desde Gerona. Otra posibilidad es viajar desde Zaragoza
hasta Londres en avión, y luego desde allí volar hasta Rzészow, pero las
esperas tan largas en los aeropuertos no me llaman mucho, así que decidí viajar
desde Gerona. El vuelo es con Ryanair,
también lo es si se hace desde Londres, así que ya podéis imaginaros la
cantidad infinita de ventanas que se van abriendo durante el proceso de
reserva. Que si te puedes asegurar por
no se cuántos euros más, que si quieres embarque preferente, que si ya has
comprado la bonita maleta de Ryanair… Y
todo para no comprar nada, más que el vuelo.
Al fin y al cabo, si el avión se estrella, no sé muy bien para qué
quiero un seguro adicional que no voy a poder cobrar.
Dentro de la preparación del viaje, nos encontramos
también con el tema del equipaje. Como
fui previsor, decidí facturar una maleta de 20 kilos, porque al fin y al cabo,
seis meses fuera son muchos meses como para venir sin ropa, y más viniendo a
Polonia en pleno invierno. Meter toda la
ropa que quise llevarme fue una tarea ardua, pero con paciencia y algo de ayuda
de mi hermana, logré llevarme todo lo que creí necesario. Pese a todo, alguna cosa se quedó en casa,
pero lo básico se vino conmigo. Con
algunas dudas acerca de si mi equipaje se pasaría de peso, marché con la maleta
a tope camino de la estación de tren de Zaragoza.
Ahora comienza el viaje propiamente dicho. Fraccioné mi viaje en tres etapas, primero
iría de Zaragoza a Barcelona, una vez en Barcelona haría trasbordo hacia
Gerona, y finalmente, iría al aeropuerto de Gerona en autobús, para allí coger
el avión hasta Rzészow. El viaje a
Barcelona fue tranquilo, sin problemas, en un AVE que incluso estaba medio
vacío (o medio lleno si queréis ser optimistas), y que llegó con relativa
puntualidad a la estación de Sants. Una
vez allí, empezó el lío… la estación de Sants es ENORME. Teniendo en cuenta que no me la conocía, sobreestimé
demasiado el tiempo que tenía entre tren y tren. Después de varias preguntas, logré llegar al
mostrador de trenes de media distancia, donde me indicaron qué andén debía
tomar para coger el tren hacia Gerona.
Curiosamente, los carteles decían que la línea que llevaba a Gerona
subía hasta Portbou, pero en realidad llegaba hasta Figueres, lo cual
contribuyó al malentendido que hizo que se mascara la tragedia. Para acceder al tren, debías tener un billete
estilo metro, que lo introduces en la máquina y te abre las puertas, sin
embargo, el mío era un billete de AVE, en el que estaba ya incluído el
trasbordo a Gerona. Las puertas,
evidentemente, no se abrían. Al ser un
sistema automático, no había empleados de la estación. No podía pasar a coger
mi tren. El tiempo pasaba. Tic tac tic tac… Finalmente, cuando quedaban dos minutos
escasos para la salida, apareció un empleado de seguridad tras las puertas, al
que llamé a gritos (debéis comprender la situación), y que me dejó pasar viendo
la muchísima prisa que llevaba. Bajé al
andén a todo correr, y me metí en el único tren que había sin estar muy seguro
de si era ese el que debía coger. Por
fortuna hubo suerte y era ése el tren que debía coger, pero aún me estoy
preguntando qué hubiera hecho si el tren se hubiera ido sin mi o si no hubiera
sido el tren correcto.
Sin más incidentes que el que os acabo de contar,
llegué a Gerona, y de allí me fui al aeropuerto. Por suerte, la estación de autobuses está
justo enfrente de la estación de tren.
Estación de tren de Gerona |
Una vez en el aeropuerto, y tras tres largas horas de espera, subí al
avión que debía llevarme a Polonia (esta vez sí, estaba seguro de que era el
avión correcto). Dos horas y media
después, estaba en Rzészow, donde me esperaban mis coordinadores para llevarme
en coche hasta mi casa, donde me estaban esperando mis otros tres compañeros.
Y este fue mi viaje a Polonia. Ya veis que aunque uno vaya con tiempo,
siempre hay que desconfiar un poco de tus opciones, nunca se sabe lo que puede
ocurrir. Por cierto, os estaréis
preguntando si hubo algún problema en la facturación. Y no lo hubo, pese a que la maleta se pasaba
levemente de peso, fueron 20.8 kg, pero los señores de Ryanair hicieron la
vista gorda por una vez, evitándome hacer el espectáculo tan bochornoso de tenerte
que poner tres capas de ropa encima para que la maleta pueda ser facturada sin
tener que pagar de más.
Na razie!