viernes, 21 de marzo de 2014

Koniec

Llegamos a la que se supone es última entrada de este blog.  O al menos espero que sea la última, porque si no lo es, seguramente querrá decir que han acontecido huelgas varias en Francia que me retengan en París por un tiempo y tenga que contarlo de algún modo, ya sea a través de este blog o por otras fuentes.  Pero esperemos que no, toquemos madera.

Se pone fin así a 171 días como voluntario en Polonia, casi casi medio año exacto.  De hecho, si no hubiera tenido que adelantar una semana mi regreso, así hubiese sido, seis meses clavados tal como se establecía en mi Activity Agreement, esa especie de contrato que se firma cuando se acepta el Voluntariado.  Ciento setenta y un días, decía, y 18 entradas en el blog contando con esta.  Casi una cada diez días.  Y eso que tuve un periodo de crisis creativa en la que no sabía muy bien de qué escribir y por qué seguía con el tema este del blog si me siguen cuatro gatos.  Pero bueno, el compromiso con la gente que me sigue, inclusive de algunos de los que hace mucho no sabía nada, y que no esperaba que me siguieran, me hicieron continuar adelante con el proyecto.  Y aquí estamos, casi ochocientas visitas después, cerrando el blog.  Me hubiera gustado llegar a las mil para dejar un número redondo y bonito, pero bueno, tampoco me puedo quejar del resultado, teniendo en cuenta el escaso público al que iba dirigido esto.

Analizando todo este periodo de voluntariado, debo decir que he finalizado muy contento de mi trabajo en Polonia.  Si por mi hubiera sido, me hubiese quedado sin dudarlo, ya que creo que todavía me quedaron cosas por hacer, especialmente ahora que en mi organización de acogida les ha dado por iniciar un proyecto en el que analizar aguas con los chavales.  Se les ocurre ahora que me voy, para una vez que tienen un químico en el negocio...  Pero bueno, yo ya hice mi propia investigación sobre aguas.  Ha sido muy positivo para mi poder ejercer más o menos mi profesión, ya que aunque mi trabajo aquí ha sido mayormente con chavales más o menos jóvenes, me he dedicado a hacer una pequeña investigación química acerca de la calidad del agua del río de Rzeszów.  Además de los talleres de ciencia que les he montado.  Es lo que tiene haber estudiado químicas, que al final te vuelves un friki de ella y la necesitas de vez en cuando para sentirte realizado...

En cuanto a mi vida en Polonia, ha sido mejor de lo esperada.  El famoso invierno polaco no ha existido este año.  Apenas en un par de ocasiones hemos estado por debajo de -15ºC.  Y la nieve casi no ha hecho acto de presencia.  Ahora parece que la primavera se está abriendo paso, y creedme si os digo que no es tan distinta a la nuestra.  Quizás el verano sea un buen momento para regresar como turista.

Esta ha sido la nevada más gorda de todo el año.  Como veis, poquica cosa...
Esta última semana he estado de asuntos burocráticos.  Como os podréis imaginar, una vez terminas el voluntariado, tienes que formalizar unos cuantos documentos.  Que si informes finales para la Agencia Nacional, que si otro para la UE, informe sobre mi investigación personal...  El YouthPass...  ¿Que qué es el YouthPass?  Es un documento en el que te autoacreditas (si, como suena) que has aprendido una serie de habilidades que te pueden servir en tu futura vida laboral, imagino que lejos de España, porque España y laboral son palabras que no pueden ir juntas en una misma frase...

Y ahora ya, aquí estamos, último día en Polonia.  Quizás cuando leas esto, ya esté en el aire, de regreso a Zaragoza.  O incluso, ya esté allí.  O atascado en París.  Quién sabe.  Creo que más o menos os he contado lo más importante de mi estancia aquí, aunque seguro que hay muchas cosas de las que me he olvidado.  Quizás algún día os lo cuente en una segunda parte de este blog.

Para terminar, me gustaría daros las gracias a todos los que habéis sido capaces de soportar los tostones que os he ido metiendo regularmente en este blog, incluido éste.  Gracias por leerme.  Nos vemos en España.


Do zobaczenia!

viernes, 14 de marzo de 2014

Hiszpania

Si recordáis, en la entrada anterior os ofrecí la posibilidad de ser vosotros los que eligierais la temática de la entrada de esta semana, penúltima de este blog a no ser que me de por cambiar de idea y decida continuarlo de alguno u otro modo.  Pues bien, ayer jueves se cerró el plazo para votar, y los que lo habéis hecho, habéis decidido que el tema a discutir hoy sea la opinión que tienen los polacos sobre España en general y sobre los españoles, en particular.  Vayamos a ello.

Lo primero que habría que decir acerca de lo que piensan los polacos de nuestro país es que les resultamos exóticos.  Somos del sur (eso si que es cierto), mucho más abiertos y sociables que por estas tierras, y tenemos sol y un clima benigno todo el año.  Y todo el año significa los 365 días de éste.  Algunos llegan a dudar que alguna vez nieve en España.

Por ello, y aunque os parezca difícil de creer, España es algo parecido a la Tierra Prometida para los polacos.  El lugar ideal.  Por ello, lo español está bastante de moda por aquí, y no es raro encontrar gente que, o sabe español, o está estudiándolo, o quiere aprenderlo.  Existen varias casas de España repartidas por toda la geografía polaca, y no es raro ver conferencias sobre los usos y costumbres de nuestro país.  

Casa de España en Breslavia
También dicen que somos muy trabajadores.  El idioma español les resulta interesantísimo, hasta el punto de considerarlo el idioma de la música.  De hecho, no es raro encontrar canciones cantadas en español en la radio.  Shakira o Enrique Iglesias son algunos de los cantantes hispanohablantes más famosos en este país.

Les sorprende y mucho nuestros locos horarios, especialmente a la hora de comer.  Si les dices que en España se suele comer hacia las dos del mediodía, ya les parece tarde; pero si les dices que ocasionalmente se llega a empezar a comer a las cuatro de la tarde, ya directamente te miran con cara de que somos más raros que un perro verde.  Y no es de extrañar, ya que aquí se cena entre las seis y las siete de la tarde.  Cuando nosotros merendamos, vaya.  Con respecto a la comida, es bien conocido por ellos el hecho de que tenemos una gastronomía notable, sin embargo, no son capaces de nombrar platos típicos españoles más allá del jamón, y en ocasiones, la paella.  La tortilla de patata no es excesivamente conocida, es más, en las tiendas de por aquí venden una cosa que se llama tortilla también, pero es de origen mexicano, y llegan a confundirlo con eso, cuando están a años luz la una de la otra.  Esta confusión puede ser debida a la ausencia de restaurantes españoles, que no es que no haya ninguno, pero tampoco abundan.  Bueno, y a que siempre nos andan confundiendo con Latinoamérica...

Tortilla de maíz propia de México.  Como veis, nada que ver con la nuestra.
También les resultan sorprendentes los horarios de trabajo.  Y aquí llevan razón, no es normal entrar a trabajar a las nueve de la mañana y salir del trabajo a las ocho de la tarde como ocurre en nuestro país.  Sin embargo, como ya os he dicho, tenemos fama de muy buenos trabajadores, al contrario de lo que solemos creer.

Pero sin duda, si por algo somos conocidos los españoles en Polonia, es, como no podría ser de otro modo, por el fútbol.  O mejor dicho, por la Selección Española, el Real Madrid y el Barcelona.  Aquí también solo existen el Madrid y el Barça.  Y sí, también están hasta en la sopa, ni aquí se libra uno de ellos.  Como anécdota personal, ocurrió una vez que, yendo de excursión con los chavales, al saber que yo era español, me preguntaron de inmediato sobre el dichoso Clásico, que justo había sido el fin de semana anterior.  Respecto a la selección Española, sienten envidia por los últimos éxitos de ésta, ya que nunca un equipo polaco ha conseguido llegar muy lejos en las distintas competiciones de fútbol.

En cuanto a los españoles conocidos por estos lares, bueno, aquí suelen tener de nuevo cierta confusión entre España y Latinoamérica, especialmente la gente más joven.  Por ejemplo, varias veces he tenido que decir a los chavales que Messi no es español, al menos de origen.  Tampoco Shakira.  Y ni mucho menos Cristiano (sí, algunos piensan que es español, supongo que será porque juega en el Madrid).  Sin embargo, sí conocen a Enrique Iglesias, e incluso la gente más entrada en años, a su padre, Julio; a Antonio Banderas, por ser la voz del gato con botas en Shrek, Rafael Nadal, y a una larga retahíla de futbolistas de la selección.

Tendrá doble nacionalidad, pero no nació en España.
Y más o menos, esto es todo en lo que respecta a la estima que nos tienen en Polonia.  Espero que haya cumplido con vuestras expectativas.  La semana que viene, última entrada del blog.

Na razie!

viernes, 7 de marzo de 2014

Viajando por Polonia (III): Varsovia

Seguimos la serie itinerante comenzada hace más de un mes en la que os muestro las principales localidades de Polonia.  Os recuerdo que las entradas anteriores las podéis leer aquí: Viajando por Polonia (I): Cracovia y Viajando por Polonia (II): Breslavia.

En esta ocasión, nos vamos a la capital del país, Varsovia.  Concretamente, Varsovia viene siendo la capital de Polonia desde 1596, cuando la capitalidad del antiguo Reino de Polonia, por entonces ya República de las Dos Naciones, se trasladó desde Cracovia durante el reinado de Segismundo III.  Esto generó una rivalidad entre las dos ciudades que aún todavía hoy perdura, ya que los habitantes de la capital del Voivodato de Małoposlkie consideran a Cracovia como la capital histórica y cultural del país.

No se si habéis notado que me gusta la historia...

Pero volvamos a Varsovia.  Situada en el corazón del Voivodato de Mazovia, la ciudad fue fundada con casi toda probabilidad en el siglo XIII.  La etimología de la ciudad es bien curiosa, pues se dice que fue fundada sobre los terrenos que poseía un pescador llamado Warsz, y su mujer, una sirena de nombre Sawa.  De esta leyenda nació el nombre de Warszawa, actual nomenclatura de la ciudad.  Y de ahí viene que encontremos una sirena en su escudo de armas.

Invadida por suecos, rusos y alemanes, la historia de Varsovia es larga y convulsa.  Sin duda, el momento más difícil de la ciudad sobrevino durante la ocupación nazi de Polonia.  Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad sirvió de escenario para los más encarnizados combates entre los Nazis y el Ejército Rojo, lo que ocasionó que la ciudad quedara reducida literalmente a cenizas, perdiendo el 85% de sus edificios y la práctica totalidad de sus habitantes.  Eso hace, que cuando se visita la ciudad, esta parezca fea y arisca, debido a que, tras finalizar la guerra, tuvo que ser reconstruida con prisa, y sin atender a criterios estéticos o arquitectónicos (a excepción de los edificios históricos), sin embargo, Varsovia conserva algunas joyas dignas de ser visitadas.

El edificio más característico de la ciudad es, sin duda, el Palacio de Cultura y Ciencias, un edificio de 1955 que fue un regalo de Stalin al pueblo de Polonia.  Actualmente, se utiliza como museo, centro de exposiciones y palacio de congresos.

Palacio de la Cultura y de las Ciencias de Varsovia
Este Palacio de la Cultura y las Ciencias, se encuentra edificado justo en el corazón del que fuera el Guetto de Varsovia, cuya área se encuentra delimitada por una marca en suelo.  Unos metros más adelante, se puede visitar el único resto que queda en pie de la pared que dividía el guetto con respecto al resto de la ciudad.

Señal divisoria de lo que fuera el muro del Guetto de Varsovia

Trozo del muro del Guetto de Varsovia
Situado en el corazón de la Varsovia antigua encontramos el Castillo Real, un bello edificio neoclásico que fue la residencia del rey de Polonia hasta 1795, año en que, tras la Tercera Partición de Polonia, el país dejó de existir durante 123 años.

Castillo Real
Partiendo desde aquí, y bajando por ulica Krakowskie Przedmieście, encontramos el Palacio Belwederski, la residencia del Presidente de la República de Polonia.  Unos metros más adelante, podemos ver el Palacio Staszic, sede de la Academia Polaca de Ciencias.  A sus pies se encuentra presente la estatua de Nicolás Copérnico, que fue robada por los nazis y a punto estuvo de ser fundida en 1944.

Palacio Belwederski, sede del Gobierno de Polonia.
La foto fue tomada el 11 de noviembre, día de la Fiesta Nacional Polaca.
Palacio Staszic.  A sus pies, la estatua de Copérnico
Por supuesto, la oferta cultural de la ciudad es rica y variada.  Uno de sus puntos fuertes son los museos.  Varsovia cuenta con gran cantidad de museos dedicados a polacos ilustres: Copérnico, Chopin...  Servidor, como no podía ser de otro modo, visitó el museo (y casa natal) de Marie Curie.

Museo-Casa Natal de Marie Curie, ulica Freta 16
Además, tenéis otra gran cantidad de museos de arte e historia.  Si, como a mi, os gusta esta última, no podéis perderos el museo del Levantamiento de Varsovia.

Y si después de todo esto aún tenéis ganas de más, siempre podéis daros un paseo por los Jardines Sajones, un precioso parque situado a medio camino entre el centro de la ciudad y el casco histórico.  Allí, entre las muchas cosas que podréis visitar, no podéis perderos la tumba al soldado desconocido ni el Gran Teatro Wielki, en Plac Teatralny.

Tumba al Soldado Desconocido
A la izquierda, el Gran Teatro Wielki.  A la derecha, el complejo de oficinas
Metropolitan, diseñado por Norman Foster
Y esto es todo en cuanto a Varsovia.  Ya veis que pese a la guerra, la ciudad ha sabido sobreponerse y poco ha poco ha ido recuperando su esplendor.  Nos vemos la semana que viene.

Na razie!


sábado, 1 de marzo de 2014

El transporte en Polonia

A raíz de la serie comenzada en el mes de enero en el que os voy mostrando alguna de las ciudades más interesantes de Polonia que he visitado (podéis leerlas en los siguientes enlaces: Viajando por Polonia (I): Cracovia; y (II): Breslavia), he decidido dedicar una entrada completa a explicaros como son los transportes de Polonia, tanto públicos como privados.

Empecemos por los aviones.  Polonia cuenta con trece aeropuertos, siendo el más importante de ellos, por tráfico y volumen de pasajeros, el de Varsovia-Fréderic Chopin, situado al sur de la capital.  No confundirlo con el de Varsovia-Modlin, más pequeño y alejado, fuera de la ciudad de Varsovia.  Además, por importancia, habría que destacar también el de Cracovia-Juan Pablo II; y el de Breslavia-Copérnico.  Las aerolíneas que operan en el país son LOT Airlines, que es la compañía nacional (el Iberia polaco, para que nos entendamos), WizzAir, que es una aerolínea privada de bajo coste húngaro-polaca, y por supuesto, Ryanair.

Terminal del aeropuerto de Rzeszów-Jasionka

Empecemos ahora lo divertido.  Viajar por carretera.  Bien, en este país, viajar en autobús se puede hacer simplemente insufrible.  Cualquier distancia se hace eterna.  Por ejemplo, Cracovia-Rzeszów, que son unos 160 km, cuesta 3 horas.  Varsovia-Rzeszów, unos 350 km, cinco horas y media.  Ir a Gdansk (o Dánzig, lo que os resulte más fácil en castellano), entre trece y catorce horas.  Si hacéis cuentas con los datos de Cracovia y Varsovia, veréis que la velocidad media se sitúa entre los 50 y los 70 km/h.  Esto se debe a que Polonia cuenta con una red de carreteras y autopistas todavía obsoletas.  Digo todavía, porque no podéis olvidar que aquí se celebró la Eurocopa 2012, con lo que eso supone para la mejora de la red de transporte para cualquier país.  Se espera, que con el ingreso de Polonia en la UE, producida en 2004, los fondos europeos sirvan para mejorar todo esto, y que Polonia cuente con una red de carreteras y autopistas modernas y acordes al siglo XXI.  En cuanto a las compañías de autobús, bueno, hay muchas, y a veces resulta un poco confuso aclararse entre tantas, pero sobre todas, destaca PolskiBus, que conecta las principales ciudades de Polonia por muy bajo precio (hasta 5 zloty -1,20 €- si se reserva con mucha antelación).  Si no, siempre podéis viajar en alguno de los microbuses que ofrecen otras compañías privadas, eso sí, mucho más caras.  Para conocer horarios y líneas para viajar entre ciudades, podéis visitar la página web de e-podroznik.

Autobús de PolskiBus.  Moderno y con conexión gratuita a internet, casi imprescindible para
soportar un mínimo de tres horas de viaje (aunque no siempre funciona).  Todo por 5 zloty.

Ejemplo de microbús polaco.  Con "esto" podéis viajar a casi cualquier rincón de Polonia

Entonces, si viajar en autobús es tan complicado, mejor cojamos el tren, diréis.  Bueno, no esperéis encontrar el AVE en Polonia.  Coger un tren aquí, es como protagonizar una película de época, de esas en las que salen ricachones viajando en tren.  No es que tengan aviones de carbón, tampoco es eso, pero los trenes son viejos y lentos.  Tanto, que generalmente se tarda incluso más que viajando en autobús.  Eso sí, en ocasiones, los viajes son más baratos.  La empresa PKP es el equivalente a RENFE en Polonia.

Habitual tren polaco.  Como podéis ver, no muy moderno...

En cuanto al transporte público en las ciudades, por lo general, operan dos compañías: MPK, que es compañía pública de autobuses que opera en todo el país; y PKS, que por lo general, une el centro de las distintas ciudades con los barrios periféricos.  Eso sí, no esperéis que los autobuses pasen cada cinco minutos como en Zaragoza, no, aquí, dependiendo de la línea, la espera puede oscilar entre 20 minutos y dos horas.  Afortunadamente, en las paradas de las distintas líneas, viene especificado la hora exacta a la que debe pasar el autobús, dato que se puede consultar por internet.  En el caso de MPK, existe una aplicación para el móvil que te permite conocer todos los horarios de las distintas líneas en modo off-line.  Además, las ciudades más grandes cuentan con tranvía (Varsovia, Cracovia, Breslavia...), y existe una línea de metro en Varsovia (está en construcción la segunda).

Estación de metro Warszawa-Centrum, una de las más concurridas de Varsovia

Y esto es todo, espero que no haberos desanimado mucho en cuanto al tema de viajar por este país.  Se puede hacer duro, pero todo requiere de un poco de paciencia.  Nos vemos en próximos posts.

Na razie!